Cuando, hace algunos años, llegó a mí el llamado de escribir, me encontré con un sin numero de opciones a las cuales querer referirme.
Tenía sed de expresar, de dejar fluir aquello que solo fluye a través de la palabra estampada, aquello que libera.
Al principio comencé a hablar de cambiar el mundo. Tenía la ambición de que alguien me leyera y juntos fuésemos contruyendo una red que permitiera lograr el objetivo. Pronto mi ambición disminuiría efecto de la realidad a las que me fui volviendo permeable conforme pasaron los años. No se claramente si disminuyó mi ambición o aumentó mi sinceridad, la cosa es que de pronto me vi dejando de lado la utopía y enfrentado mi vida. Descubrí que el cambiar el mundo era demasiado lejano, y me propuse en cambio cambiar mi visión de éste. Por supuesto no resultó, pues cambiar mi forma de ver el mundo era lo mismo que querer cambiarme y eso ciertamente era mas complejo que el objetivo inicial. Y es que creo que las personas no cambiamos, pedirle a alguien que cambie es como pedirle peras al olmo; cambiar es lo mismo que ser aquello que no somos -creo que las personas aprendemos, evolucionamos, aveces retrocedemos, pero jamas dejamos de ser quien siempre hemos sido-, cambiar es no tener idea de lo que vamos siendo porque nunca supimos que lo podíamos ser.
Y así fue como dejé de escribir utopías y me volqué a mi realidad. El problema fue que sentí que a ratos pasaba demasiado tiempo aprendiendo cosas que luego desaprendía y por supuesto, que el corazón no salía inmune en esta batalla... me encontré en el camino con la palabra "amor" y su significado, y aprendí que a ratos en nombre de éste nos condenamos y liberamos.
Comencé a hablar de mi y mi propia batalla por crecer -y en lo posible evolucionar-. Y en poco tiempo me encontré de choque con una enorme revolución personal. La revolución social del comienzo quedó en el pasado y mi propia voluntad de seguir creyendo en mis ideales ganó la batalla. Me enfrenté a mis prejuicios y sus limitantes, y la intransigencia de pretender que todos compartiensen, al menos parte de mi camino, me aisló.
Deje entonces de hablar de revolución, porque el estar sola me impedía en cierta forma vivir, y empecé a hablar simplemente de mi. Y es que dicen que hablar de uno ayuda a sanar, y lo necesitaba. Hable de mi, mi familia, mis temores, mi historia; y hoy, me encuentro nuevamente con ese "amor" mencionado anteriormente.
Sí, hoy vengo a hablar de amor., y no en el sentido transformador de algunos que lo trazan como el arma para cambiar el mundo; por supuesto que ni siquiera lo intentaría... ya había intentado cambiar el mundo anteriormente recuerdan?.
No pretendo evangelizar al ateo, ni a diabolizar al creyente, no me llama al atención cambiar formas de ser. Hoy estoy aquí con el mismo sentimiento del comienzo, buscando simplemente encontrarme. Y escojo este tema porque me causa particular gracia la forma que va adoptando este sentimiento lo largo de la historia de cada uno. Ciegamente hemos, por ejemplo, institucionalizado el amor de una relación de pareja, diciendo estar enamorados de alguien, que ya no es cualquiera. Hoy en día el amor extrañamente no es tan ciego, escoge, sabe lo que le conviene e ignora aquello de lo cual nunca se enamoraría; comienza sin darnos cuenta una particular y rigida discriminación ante aquello que "no conviene" viendo lo que se quiere ver, queriendo lo que se quiere querer -con excepciones como en todo por supuesto-, seleccionando objetivos predefinidos, persiguiendo a quien es como nosotros -según nos dicen desde pequeños-.
Personalmente creo cada día reducimos mas los espacios necesarios para que el amor aflore, cada vez le cerramos más las puertas, cada vez nos llenamos mas de corazas, cada día lo bajamos en nuestra escala de prioridades en la vida privilegiando por ejemplo un desarrollo profesional exitoso. Caemos en el error de pretender que un papel asegura un sentimiento y la institucionalizacion de éste nos lleva a creer que el permanecer al lado de otra persona implica necesariamente firmar contratos, generar descendencia y condenarse a perder una parte de si mismo, no para ganar otra, sino para fundir su mitad. Nacen dependencias y deseos que hipotecan nuestra esencia, y caemos en "cuanto te quito, cuanto me quitarás", "cuanto te poseo, cuanto me posees", "cuanto me conoces", "cuanto me quieres", etc. Creo que eso es precisamente lo que termina matando el amor. El amor es en esencia libre. No hay contratos, no hay profesión, no hay nivel social, no hay color de piel. Si te llega, te llaga y no hay mucho mas que hacer que intentar sobrellevarlo de la mejor manera posible.
Creo que no hay mejor amor que el que carece de cadenas y ataduras,
aquel que te permite ser libre al lado del otro,
aquel que te permite ser libre sin dejar de estar ahí,
aquel que te permite dejar de preguntarte por que,
aquel que te permite estar con el otro sin dejar de ser tu,
sin tratar de ser alguien que no eres,
sin tratar de ser atractivo, interesante, entretenido,
sin tratar de tener siempre un tema de conversación...
Creo que el amor mas pleno es aquel que te da la libertad de estar con el otro sin necesidad de estar físicamente,
aquel que te da la seguridad de saber que estas para la otra persona, y que la otra persona esta contigo, sin necesidad de estar precisamente ahí;
aquel que te permite sentarte al lado del otro y disfrutar silencios,
regalar espacios, respetar momentos y agradecer soledades.
Amar al otro y compartir tu vida no es sinónimo de dejar de ser uno,
todo lo contrario,
mientras mas sigues siendo tu, estando con el otro,
mas genuino se vuelve nuestro amor.
Amar es adaptarse al otro sin dejar de ser uno,
es saber que puedes ignorar al otro y disfrutar de ti, sin temor de que se cuestione el sentimiento. Es ignorar el fantasma de "¿me querrá tanto como antes?, me seguirá encontrando atractiva?, ¿que quiera estar solo significará que ya no me quiere a su lado?...
es saber que mas allá de las palabras, esta esa conexión única y en extremo valiosa, que te permite disfrutar del otro y de lo que eres cuando estas con esa persona, sin dejar en ningún momento de ser quien eres realmente,
es tener claro que el otro siempre es, aunque suene redundante, una persona diferente y que tal como dice un buen cantante español "2 no es igual a 1+1".
Hoy hablo de amor porque me lo he topado unas cuantas veces y he prendido que el amor se aprende y por ende debe día a día, ser parte de nuestras lecciones de vida. Debemos comprender que vivimos en un mundo lleno de gente hermosa, que solo basta con saber mirar, que siempre vamos a correr el riesgo de amarnos entre sí y también de odiarnos, que del odio al amor hay un paso y que debemos ser cuidadosos, que pese al dolor (del cual aprendemos) lo deseable sería acrecentar nuestros corazones para que sean cada vez mas los que habiten en él, y que correr el riesgo de salir lastimados vale la pena a la hora de hacer balances.
La vida y sobretodo el amor, pueden ser duros, sin embargo el llevarlos con libertad permite verlos de manera mas amable, nos hace encontrarnos, continuar nuestros caminos, volar juntos sin necesariamente estar atados, y nos regala la dicha de disfrutarnos libremente y comprender que amar es estar juntos, sin dejar en ningun momento de contar con nuestra plena libertad...
Tenía sed de expresar, de dejar fluir aquello que solo fluye a través de la palabra estampada, aquello que libera.
Al principio comencé a hablar de cambiar el mundo. Tenía la ambición de que alguien me leyera y juntos fuésemos contruyendo una red que permitiera lograr el objetivo. Pronto mi ambición disminuiría efecto de la realidad a las que me fui volviendo permeable conforme pasaron los años. No se claramente si disminuyó mi ambición o aumentó mi sinceridad, la cosa es que de pronto me vi dejando de lado la utopía y enfrentado mi vida. Descubrí que el cambiar el mundo era demasiado lejano, y me propuse en cambio cambiar mi visión de éste. Por supuesto no resultó, pues cambiar mi forma de ver el mundo era lo mismo que querer cambiarme y eso ciertamente era mas complejo que el objetivo inicial. Y es que creo que las personas no cambiamos, pedirle a alguien que cambie es como pedirle peras al olmo; cambiar es lo mismo que ser aquello que no somos -creo que las personas aprendemos, evolucionamos, aveces retrocedemos, pero jamas dejamos de ser quien siempre hemos sido-, cambiar es no tener idea de lo que vamos siendo porque nunca supimos que lo podíamos ser.
Y así fue como dejé de escribir utopías y me volqué a mi realidad. El problema fue que sentí que a ratos pasaba demasiado tiempo aprendiendo cosas que luego desaprendía y por supuesto, que el corazón no salía inmune en esta batalla... me encontré en el camino con la palabra "amor" y su significado, y aprendí que a ratos en nombre de éste nos condenamos y liberamos.
Comencé a hablar de mi y mi propia batalla por crecer -y en lo posible evolucionar-. Y en poco tiempo me encontré de choque con una enorme revolución personal. La revolución social del comienzo quedó en el pasado y mi propia voluntad de seguir creyendo en mis ideales ganó la batalla. Me enfrenté a mis prejuicios y sus limitantes, y la intransigencia de pretender que todos compartiensen, al menos parte de mi camino, me aisló.
Deje entonces de hablar de revolución, porque el estar sola me impedía en cierta forma vivir, y empecé a hablar simplemente de mi. Y es que dicen que hablar de uno ayuda a sanar, y lo necesitaba. Hable de mi, mi familia, mis temores, mi historia; y hoy, me encuentro nuevamente con ese "amor" mencionado anteriormente.
Sí, hoy vengo a hablar de amor., y no en el sentido transformador de algunos que lo trazan como el arma para cambiar el mundo; por supuesto que ni siquiera lo intentaría... ya había intentado cambiar el mundo anteriormente recuerdan?.
No pretendo evangelizar al ateo, ni a diabolizar al creyente, no me llama al atención cambiar formas de ser. Hoy estoy aquí con el mismo sentimiento del comienzo, buscando simplemente encontrarme. Y escojo este tema porque me causa particular gracia la forma que va adoptando este sentimiento lo largo de la historia de cada uno. Ciegamente hemos, por ejemplo, institucionalizado el amor de una relación de pareja, diciendo estar enamorados de alguien, que ya no es cualquiera. Hoy en día el amor extrañamente no es tan ciego, escoge, sabe lo que le conviene e ignora aquello de lo cual nunca se enamoraría; comienza sin darnos cuenta una particular y rigida discriminación ante aquello que "no conviene" viendo lo que se quiere ver, queriendo lo que se quiere querer -con excepciones como en todo por supuesto-, seleccionando objetivos predefinidos, persiguiendo a quien es como nosotros -según nos dicen desde pequeños-.
Personalmente creo cada día reducimos mas los espacios necesarios para que el amor aflore, cada vez le cerramos más las puertas, cada vez nos llenamos mas de corazas, cada día lo bajamos en nuestra escala de prioridades en la vida privilegiando por ejemplo un desarrollo profesional exitoso. Caemos en el error de pretender que un papel asegura un sentimiento y la institucionalizacion de éste nos lleva a creer que el permanecer al lado de otra persona implica necesariamente firmar contratos, generar descendencia y condenarse a perder una parte de si mismo, no para ganar otra, sino para fundir su mitad. Nacen dependencias y deseos que hipotecan nuestra esencia, y caemos en "cuanto te quito, cuanto me quitarás", "cuanto te poseo, cuanto me posees", "cuanto me conoces", "cuanto me quieres", etc. Creo que eso es precisamente lo que termina matando el amor. El amor es en esencia libre. No hay contratos, no hay profesión, no hay nivel social, no hay color de piel. Si te llega, te llaga y no hay mucho mas que hacer que intentar sobrellevarlo de la mejor manera posible.
Creo que no hay mejor amor que el que carece de cadenas y ataduras,
aquel que te permite ser libre al lado del otro,
aquel que te permite ser libre sin dejar de estar ahí,
aquel que te permite dejar de preguntarte por que,
aquel que te permite estar con el otro sin dejar de ser tu,
sin tratar de ser alguien que no eres,
sin tratar de ser atractivo, interesante, entretenido,
sin tratar de tener siempre un tema de conversación...
Creo que el amor mas pleno es aquel que te da la libertad de estar con el otro sin necesidad de estar físicamente,
aquel que te da la seguridad de saber que estas para la otra persona, y que la otra persona esta contigo, sin necesidad de estar precisamente ahí;
aquel que te permite sentarte al lado del otro y disfrutar silencios,
regalar espacios, respetar momentos y agradecer soledades.
Amar al otro y compartir tu vida no es sinónimo de dejar de ser uno,
todo lo contrario,
mientras mas sigues siendo tu, estando con el otro,
mas genuino se vuelve nuestro amor.
Amar es adaptarse al otro sin dejar de ser uno,
es saber que puedes ignorar al otro y disfrutar de ti, sin temor de que se cuestione el sentimiento. Es ignorar el fantasma de "¿me querrá tanto como antes?, me seguirá encontrando atractiva?, ¿que quiera estar solo significará que ya no me quiere a su lado?...
es saber que mas allá de las palabras, esta esa conexión única y en extremo valiosa, que te permite disfrutar del otro y de lo que eres cuando estas con esa persona, sin dejar en ningún momento de ser quien eres realmente,
es tener claro que el otro siempre es, aunque suene redundante, una persona diferente y que tal como dice un buen cantante español "2 no es igual a 1+1".
Hoy hablo de amor porque me lo he topado unas cuantas veces y he prendido que el amor se aprende y por ende debe día a día, ser parte de nuestras lecciones de vida. Debemos comprender que vivimos en un mundo lleno de gente hermosa, que solo basta con saber mirar, que siempre vamos a correr el riesgo de amarnos entre sí y también de odiarnos, que del odio al amor hay un paso y que debemos ser cuidadosos, que pese al dolor (del cual aprendemos) lo deseable sería acrecentar nuestros corazones para que sean cada vez mas los que habiten en él, y que correr el riesgo de salir lastimados vale la pena a la hora de hacer balances.
La vida y sobretodo el amor, pueden ser duros, sin embargo el llevarlos con libertad permite verlos de manera mas amable, nos hace encontrarnos, continuar nuestros caminos, volar juntos sin necesariamente estar atados, y nos regala la dicha de disfrutarnos libremente y comprender que amar es estar juntos, sin dejar en ningun momento de contar con nuestra plena libertad...
El amor da alas,
no diplomas de academia nupcial ni medallas de sexo y alabanza,
donde no hay libertad,
hay posesión y cadenas de agresiva intolerancia...
Si la libertad no existiera, el amor la habría inventado...
G. Arango
Simplemente Noa