23 de febrero de 2007

Cada cual a su manera...


...¿Por qué son tan difíciles?-. Preguntó cierta noche al Inglés. Notó también que el Inglés andaba malhumorado por la falta de sus libros.
-Para que sólo los que tienen la responsabilidad de entender los entiendan- respondió-. Imagina qué pasaría si todo el mundo se pusiera a transformar el plomo en oro. En oco tiempo el oro no tendría ningún valor.
"Sólo los persistentes, sólo aquellos que investigan mucho son los que consiguen la Gran Obra. Por eso estoy en medio de este desierto. Para encontrar un verdadero Alquimista que me ayude a descifrar los códigos.
-¿Cuándo fueron escritos esos libros? -preguntó el chico.
-Muchos siglos atrás. Deberías valorarlos, y valorar también el mensaje que ellos contienen.
-Pero cómo puedo valorar algo que no entiendo.... éste lenguaje tan lleno de simbolos es muy extraño.
El Ingles no respondió nada. Desde hacía varios días estaba poniendo atención a la caravana, tal como se lo había indicado el muchacho, y aun no conseguía descubrir nada nuevo, salvo el hecho de que los comentarios sobre la guerra aumentaban cada vez más.
Un buen día el muchacho le devolvió los libros al Inglés.
-Entonces aprendiste mucho!- dijo el otro lleno de espectación. Estaba necesitando alguien con quien conversar, para olvidar el miedo a la guerra.
-Aprendí que el mundo tiene un Alma y que quien entienda esa Alma entenderá el lenguaje de las cosas. Aprendí que muchos Alquimistas vivieron su leyenda personal y termiaron descubriendo el Alma del mundo, la Piedra Filosofal y el Elixir.
Pero sobre todo, aprendí que eas cosas son tan simples que pueden ser escritas sobre una esmeralda-.
El Ingles quedó decepcionado. Los años de estudio, los libros mágicos,las palabras difíciles, los aparatos de laboratorio! ....nada de eso había impresionado al muchacho. " Debe tener un alma demaiado primitiva como para comprender este tipo de cosas..." se dijo interiormente.
Ofuscado cogió sus libros y los guardo en los sacos que colgaban del camello.
-Vuelve a tu caravana- dijo. Ella tampoco me ha enseñado gran cosa.
El muchacho volvió a contemplar el silencio del desierto y la arena levantada por los animales.
"Cada uno tiene su manera de aprender. El aprende de sus libros y yo de la caravana. La manera de él no es la mía y la mía no es la de él". Si embargo sé, que ambos estamos en busca de nuestra Leyenda Personal, y yo lo respeto por eso, aun cuando los caminos y la forma para llegar a ella, sean total y absolutamenete diferentes...

[Adaptación fragmento El Alquimista, Paulo Coelho]

Simplemente Noa



Palabras de un camellero...


...Terminé haciendo amistad con el camellero que viajaba siempre a mi lado. De noche, cuando parabamos a descansar alrededor de las hogueras, acostumbrabamos a contar historias; yo, de mis vivencias como pastor, y él, de su oficio de camellero.
Un día, comenzó a hablarme de su vida.

-Yo vivía en un lugar cercano al Cairo- me dijo-. Tenía mi huerto, mis hijos y una vida que no iba a cambiar hasta el momento de mi muerte. Un año, la cosecha fue mayor, y fuimos todos hasta la Meca; yo cumplí con la unica obligación que me faltaba por cumplir en la vida. Por fin podía morir en paz... y me agradaba esa idea...
Cierto día la tierra la tierra comenzó a temblar y el Nilo se desbordó. Lo que yo pensaba que sólo ocurría a otros, ahora lo estaba viviendo en carne propia.
Mis vecinos tuvieron miedo de perder sus olivos con las inundaciones; mi mujer, que nuestros hijos fuesen llevados por las aguas, y yo tuve terror de ver destruído todo lo que había conquistado...
No hubo solución.
La tierra quedo inutilizable y tuve que buscar otro medio de subsistencia.
Hoy soy camellero, y gracias a lo que viví, entendí la palabra de Alá.
Nadie siente miedo de lo desconocido, porque cualquier persona es capaz de conquistar todo lo que quiere y necesita; sólo sentimos miedo de perder quello que tenemos, sean nuestras vidas o nuestras plantaciones; sin embargo, el miedo pasa....y pasa cuando entendemos que nuestra historia y la historia del mundo fueron escritas por la misma Mano. Todo se conecta, hasta por el más ínfimo detalle, nada es arbitrario, nada es azar...

[Adaptacion fragmento de El Alquimista, Paulo Coelho]

Simplemente Noa

20 de febrero de 2007

El Secreto de la felicidad


"...Un día, cierto mercader envió a su hijo para aprender el Secreto de la felicidad con el más sabio de todos los hombres. El joven anduvo durante cuarenta días por el desierto hasta llegar a un hermoso castillo en lo alto de la montaña. Allí era donde vivía el sabio que él buscaba. Sin embargo, al llegar, en vez de encontrar a un hombre santo, el joven encontró una sala con una actividad que lo dejo perplejo; mercaderes entraban y salían a ada momento, personas conversaban en todos los rincones, una pequeña orquesta tocaba melodías suaves y en un extremo, había una mesa repleta de los más deliciosos manjares de aquella región.
El sabio conversaba con todos, y el joven tuvo que esperar dos horas hasta que le llegara el momento de ser atendido. Cuando llego su turno, el sabio escuchó atentamente el motivo de su visita, pero le dijo que en aquel momento no tenía tiempo de explicarle el Secreto de la felicidad. Le sugirió sí, que mientras el atendía los asuntos que lo mantenían ocupado, diese un paseo por su palacio y volviese dos horas más tarde.
-Pero quiero pedirte un favor- completó el sabio entregandole una cucharita de té en la que dejó caer dos gotas de aceite-. Mientras estés caminando, llévate esta cucharita cuidando que el aceite no se derrame.
El joven comenzó a subir y bajar las escalinatas del palacio, mnteniendo siempre la vista fija en la cuchara y sus dos gotitas de aceite.
Pasadas las dos horas, retornó a la presencia del sabio.
- ¿Qué tal?- preguntó el sabio-. ¿Qué te parecieron los tapices de Persia que hay en mi comedor? ¿Viste los jardines que el Maestro de los Jardines tardó diez años en crear? ¿Reparaste en los bellos pergaminos presentes en mi biblioteca?-.
El joven avergonzado reconoció que no había visto nada. Su unica preocupación había sido no derramar las gotas de aceite que el Sabio le había encargado.
-Pues entonces vuelve y conoce las maravillas de mi mundo- dijo el Sabio-. No puedes confiar en un hombre si no conoces su casa...
Ya más tranquilo, el joven cogió nuevamente la cuchara y volvió a pasear por el palacio, esta vez, mirando con atención todas as obras de arte que adornaban el techo y las paredes. Vio los jardines, las montañas a su alrededor, la delicadeza de las flores, el esmero con que cada obra estaba colocada en su lugar.
De regreso a la presencia del Sabio, emocionado, le relato detalladamente todo lo que había visto.
- ¿Péro dónde están las dos gotas de aceite que te confié?- preguntó el Sabio.
El joven miró la cuchara y nuevamente avergonzado por no haber cumplido con la tarea que le había sido confiada, advirtió que las gotas de aceite se habían deramado.
- Pues éste es el único consejo que tengo para darte- le dijo el más Sabio de lo Sabios-. El Secreto de la felicidad está en mirar todas las maravillas del mundo sin olvidar nunca las dos gotas de aceite presentes en la cuchara..."


23 de febrero de 2007

Cada cual a su manera...


...¿Por qué son tan difíciles?-. Preguntó cierta noche al Inglés. Notó también que el Inglés andaba malhumorado por la falta de sus libros.
-Para que sólo los que tienen la responsabilidad de entender los entiendan- respondió-. Imagina qué pasaría si todo el mundo se pusiera a transformar el plomo en oro. En oco tiempo el oro no tendría ningún valor.
"Sólo los persistentes, sólo aquellos que investigan mucho son los que consiguen la Gran Obra. Por eso estoy en medio de este desierto. Para encontrar un verdadero Alquimista que me ayude a descifrar los códigos.
-¿Cuándo fueron escritos esos libros? -preguntó el chico.
-Muchos siglos atrás. Deberías valorarlos, y valorar también el mensaje que ellos contienen.
-Pero cómo puedo valorar algo que no entiendo.... éste lenguaje tan lleno de simbolos es muy extraño.
El Ingles no respondió nada. Desde hacía varios días estaba poniendo atención a la caravana, tal como se lo había indicado el muchacho, y aun no conseguía descubrir nada nuevo, salvo el hecho de que los comentarios sobre la guerra aumentaban cada vez más.
Un buen día el muchacho le devolvió los libros al Inglés.
-Entonces aprendiste mucho!- dijo el otro lleno de espectación. Estaba necesitando alguien con quien conversar, para olvidar el miedo a la guerra.
-Aprendí que el mundo tiene un Alma y que quien entienda esa Alma entenderá el lenguaje de las cosas. Aprendí que muchos Alquimistas vivieron su leyenda personal y termiaron descubriendo el Alma del mundo, la Piedra Filosofal y el Elixir.
Pero sobre todo, aprendí que eas cosas son tan simples que pueden ser escritas sobre una esmeralda-.
El Ingles quedó decepcionado. Los años de estudio, los libros mágicos,las palabras difíciles, los aparatos de laboratorio! ....nada de eso había impresionado al muchacho. " Debe tener un alma demaiado primitiva como para comprender este tipo de cosas..." se dijo interiormente.
Ofuscado cogió sus libros y los guardo en los sacos que colgaban del camello.
-Vuelve a tu caravana- dijo. Ella tampoco me ha enseñado gran cosa.
El muchacho volvió a contemplar el silencio del desierto y la arena levantada por los animales.
"Cada uno tiene su manera de aprender. El aprende de sus libros y yo de la caravana. La manera de él no es la mía y la mía no es la de él". Si embargo sé, que ambos estamos en busca de nuestra Leyenda Personal, y yo lo respeto por eso, aun cuando los caminos y la forma para llegar a ella, sean total y absolutamenete diferentes...

[Adaptación fragmento El Alquimista, Paulo Coelho]

Simplemente Noa



Palabras de un camellero...


...Terminé haciendo amistad con el camellero que viajaba siempre a mi lado. De noche, cuando parabamos a descansar alrededor de las hogueras, acostumbrabamos a contar historias; yo, de mis vivencias como pastor, y él, de su oficio de camellero.
Un día, comenzó a hablarme de su vida.

-Yo vivía en un lugar cercano al Cairo- me dijo-. Tenía mi huerto, mis hijos y una vida que no iba a cambiar hasta el momento de mi muerte. Un año, la cosecha fue mayor, y fuimos todos hasta la Meca; yo cumplí con la unica obligación que me faltaba por cumplir en la vida. Por fin podía morir en paz... y me agradaba esa idea...
Cierto día la tierra la tierra comenzó a temblar y el Nilo se desbordó. Lo que yo pensaba que sólo ocurría a otros, ahora lo estaba viviendo en carne propia.
Mis vecinos tuvieron miedo de perder sus olivos con las inundaciones; mi mujer, que nuestros hijos fuesen llevados por las aguas, y yo tuve terror de ver destruído todo lo que había conquistado...
No hubo solución.
La tierra quedo inutilizable y tuve que buscar otro medio de subsistencia.
Hoy soy camellero, y gracias a lo que viví, entendí la palabra de Alá.
Nadie siente miedo de lo desconocido, porque cualquier persona es capaz de conquistar todo lo que quiere y necesita; sólo sentimos miedo de perder quello que tenemos, sean nuestras vidas o nuestras plantaciones; sin embargo, el miedo pasa....y pasa cuando entendemos que nuestra historia y la historia del mundo fueron escritas por la misma Mano. Todo se conecta, hasta por el más ínfimo detalle, nada es arbitrario, nada es azar...

[Adaptacion fragmento de El Alquimista, Paulo Coelho]

Simplemente Noa

20 de febrero de 2007

El Secreto de la felicidad


"...Un día, cierto mercader envió a su hijo para aprender el Secreto de la felicidad con el más sabio de todos los hombres. El joven anduvo durante cuarenta días por el desierto hasta llegar a un hermoso castillo en lo alto de la montaña. Allí era donde vivía el sabio que él buscaba. Sin embargo, al llegar, en vez de encontrar a un hombre santo, el joven encontró una sala con una actividad que lo dejo perplejo; mercaderes entraban y salían a ada momento, personas conversaban en todos los rincones, una pequeña orquesta tocaba melodías suaves y en un extremo, había una mesa repleta de los más deliciosos manjares de aquella región.
El sabio conversaba con todos, y el joven tuvo que esperar dos horas hasta que le llegara el momento de ser atendido. Cuando llego su turno, el sabio escuchó atentamente el motivo de su visita, pero le dijo que en aquel momento no tenía tiempo de explicarle el Secreto de la felicidad. Le sugirió sí, que mientras el atendía los asuntos que lo mantenían ocupado, diese un paseo por su palacio y volviese dos horas más tarde.
-Pero quiero pedirte un favor- completó el sabio entregandole una cucharita de té en la que dejó caer dos gotas de aceite-. Mientras estés caminando, llévate esta cucharita cuidando que el aceite no se derrame.
El joven comenzó a subir y bajar las escalinatas del palacio, mnteniendo siempre la vista fija en la cuchara y sus dos gotitas de aceite.
Pasadas las dos horas, retornó a la presencia del sabio.
- ¿Qué tal?- preguntó el sabio-. ¿Qué te parecieron los tapices de Persia que hay en mi comedor? ¿Viste los jardines que el Maestro de los Jardines tardó diez años en crear? ¿Reparaste en los bellos pergaminos presentes en mi biblioteca?-.
El joven avergonzado reconoció que no había visto nada. Su unica preocupación había sido no derramar las gotas de aceite que el Sabio le había encargado.
-Pues entonces vuelve y conoce las maravillas de mi mundo- dijo el Sabio-. No puedes confiar en un hombre si no conoces su casa...
Ya más tranquilo, el joven cogió nuevamente la cuchara y volvió a pasear por el palacio, esta vez, mirando con atención todas as obras de arte que adornaban el techo y las paredes. Vio los jardines, las montañas a su alrededor, la delicadeza de las flores, el esmero con que cada obra estaba colocada en su lugar.
De regreso a la presencia del Sabio, emocionado, le relato detalladamente todo lo que había visto.
- ¿Péro dónde están las dos gotas de aceite que te confié?- preguntó el Sabio.
El joven miró la cuchara y nuevamente avergonzado por no haber cumplido con la tarea que le había sido confiada, advirtió que las gotas de aceite se habían deramado.
- Pues éste es el único consejo que tengo para darte- le dijo el más Sabio de lo Sabios-. El Secreto de la felicidad está en mirar todas las maravillas del mundo sin olvidar nunca las dos gotas de aceite presentes en la cuchara..."